Me deshice en disculpas, ya no quedaba nada de lo que había sido (o como me recordaba). Se llevó hasta el último vestigio de mi aliento, me dejó una mirada perdida y eternos resplandores. No podía si no más bien, no quería seguir así, pero no era yo quien lo deseaba, porque yo ya no era yo y aunque lo quisiera, el tiempo había pasado y bien sabemos que el tiempo nunca perdona.
miércoles, 18 de mayo de 2011
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