sábado, 15 de agosto de 2009

Madurar

El cielo está gris casi negro, la lluvia parece venir. En una tarde como hoy recuerdo la noche de ayer, intensa, conversada tal vez con un poco de resquemor por las situaciones vividas y el dolor de pensar que las cosas ya no serán como antes, el tiempo nunca se detiene y no está dispuesto a esperar a los corazones rotos y las amistades fracturadas; el hilo que se corta por lo más delgado que comienza a tomar fuerza en lo efímero de la vida adolescente, comenzamos por empuñarle la mano con rabia a los insensibles y terminamos por aceptar la verdad con sorna. Somos el recuerdo de una tarde tibia que se fue enfríando como nuestras mentes, y que convirtió nuestros corazones en piedra.

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